sábado, 10 de noviembre de 2012

¿Qué hacemos con la basura?





Un buen manejo de los residuos ayuda a combatir enfermedades como la tifoidea, la diarrea, la salmonelosis, la rabia y el dengue
Todos sabemos que la basura es nociva para la salud y el medio ambiente. Pero, ¿podemos medir su impacto con exactitud?
Para los investigadores de las enfermedades transmitidas por el agua o por el aire resulta relativamente sencillo conocer cuántos metros cúbicos de aire respira una persona, cúantos litros de agua bebe por día y cúal es el límite aceptable de un contaminante para el ser humano.
En materia de desechos sólidos, en cambio, es más complicado establecer la relación directa con la salud, pues nadie come una cantidad específica de basura al día ni está en contacto con ella si no es por razones de trabajo, como los segregadores de desechos.
Se pueden, de todas maneras, identificar algunos daños indirectos: sobre todo la contaminación de acuíferos subterráneos y superficiales, y la reproducción de vectores (rata, mosca, cucaracha) que transmiten enfermedades como la tifoidea, la diarrea, salmonelosis, peste, rabia y dengue.

Se estima que cada habitante de América Latina y El Caribe produce entre 0.5 y un kilogramo de basura por día. O sea que una familia de cinco personas genera en un mes de 80 a 100 kilogramos de desperdicios.

El manejo adecuado de los desperdicios en la región constituye, por ello, uno de los grandes desafíos de la salud pública. Y pese a que en los últimos años se registraron cambios sustanciales hacia una solución a mediano plazo, hay mucho camino por recorrer.
40 dólares la tonelada
En casi todos los países existen ejemplos aislados de una labor buena o aceptable en el tratamiento de la basura, sobre todo en las urbes. Sin embargo, el panorama integral es menos alentador por las grandes deficiencias en las ciudades del interior y aun en capitales, especialmente en Centroamérica.
Los mejores ejemplos están en Chile y Cuba, que presentan coberturas nacionales de recolección y disposición final de las basuras superiores al 95 y 75 por ciento, respectivamente. En el resto de la región, estos niveles son de 50 a 70 por ciento, para la recolección, y de menos de 30 por ciento, para disposición final.
El método de disposición final más usado en la región es el relleno sanitario, cuyo costo varía de 3 a 10 dólares por tonelada.
Durante los años 70 y 80, se instalaron en la región 30 plantas de reciclaje-composta, que procesaban más de 100 toneladas diarias y producían un mejorador de suelos, pero ahora sólo quedan cinco de aquellas instalaciones.
En tanto, la incineración moderna no se usa en la región por sus altos costos (60 a 100 dólares la tonelada) y sólo se utiliza para la inactivación de la fracción peligrosa de los residuos producidos en los hospitales.
Los costos de los servicios por barrido, recolección y transporte varían de 15 a 40 dólares por tonelada y los de relleno o enterramiento sanitario de 3 a 10 dólares.
De otro lado, el reciclaje informal es alto en la región y está concentrado en oficinas, bancos, centros comerciales, escuelas, universidades y fábricas.
Existen iniciativas en materia de reciclaje en México y Colombia promovidas por el sector privado de las industrias del papel, el hierro, trapo y vidrio.
Este tipo de reciclaje se realiza en la fuente antes de que los desperdicios se mezclen con otros. Además de ser rentable, está dentro del marco del desarrollo sustentable.
Pero el reciclaje informal -que tradicionalmente se ha practicado en los basureros- tiene aspectos muy negativos porque impide la operación de enterramiento sanitario y causa problemas de salud, sobre todo para los segregadores de desechos.
En algunos países se han impulsado programas de recolección selectiva de basuras en el hogar para separarlas en reciclables y no reciclables. Pero estos programas requieren un buen diseño y una participación muy activa de la sociedad porque de lo contrario resultan muy caros: los costos de recolección de una tonelada superan los 150 dólares, mientras su valor de venta es tres veces menor.
En la región, hay al menos 250 mil trabajadores formales y 100 mil informales que viven de los reciclables que extraen de la basura.
La transformación de los basureros a cielo abierto en rellenos sanitarios deja gradualmente a estos trabajadores sin empleo, por lo cual urgen programas para insertarlos en el sector productivo.
Mientras los países desarrollados se concentran en el reciclaje y la minimización de residuos, en América Latina y El Caribe aún debemos resolver muchos aspectos de la recolección y disposición final.
Pero, pese a los obstáculos, se puede afirmar que la región sí avanza por la senda de la Agenda 21 de la Cumbre de Río, que insta a lograr un manejo integral de los residuos sólidos, clave para mejorar la salud humana.

Fuente: http://tierramerica.org/ Por Francisco  Zepeda

Fernando Ortigoza

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