sábado, 10 de noviembre de 2012

América Latina: el potencial económico escondido en la basur


La industria de la reutilización de los residuos presenta un escaso desarrollo en Latinoamérica, ya sea por la falta de plantas recicladoras, como por el nivel de contaminación de los desechos. Solamente se aprovecha el 10% del oro, plata y cobre de la basura electrónica que se descarta, lo que significa una pérdida económica enorme para la región.

América Latina: el potencial económico escondido en la basura

Basurero de Brasil. AFP
El proceso de reciclaje de desechos sólidos en Latinoamérica se realiza de manera informal por la escasez de recursos que se destinan a tal fin. En general, son muy pocos los países de la región que cuentan con un programa federal de reciclaje, cayendo la responsabilidad en los municipios, muchos de los cuales deben enfrentar otras prioridades.

Las cadenas para el manejo de la basura se ven interrumpidas por la intermitente comunicación entre empresas y gobiernos y además por la falta de uso de tecnologías limpias tanto para la fabricación de productos, como para su reaprovechamiento.


El origen del reciclaje no comienza en el consumidor, tal como sucede en varios países europeos, ya que no está incentivado el hábito de separar los distintos elementos antes de desecharlos, lo que produce un elevado costo para las empresas que se dedican exclusivamente a reciclar y además desincentiva la actividad.


BASURA ELECTRÓNICA: UN NEGOCIO PERDIDO


Dentro de los residuos sólidos se encuentran los desechos electrónicos de teléfonos celulares, baterías, computadoras y todo tipo de aparatos que contienen oro, plata, cobre y otros minerales, que se tiran literalmente sin ningún tratamiento.


Sumando la cantidad de minerales, si se pudiesen volver a aprovechar estas sustancias, tendrían un alto valor en el mercado y además desalentaría la minería contaminante.


De acuerdo con información que el grupo ecologista Greenpeace le brindó a la BBC, en 2011 en Argentina se desecharon 10 millones de teléfonos móviles, que contienen 12,5 millones de dólares en oro, 1,8 millones en plata y 664.000 en cobre.


En América Latina, se tiran anualmente unos 3 kilogramos de basura electrónica, de acuerdo con la Plataforma Regional de Residuos Electrónicos en Latinoamérica y el Caribe (Relac). Aunque esas cifras son de 2010, por lo que Greenpeace conjetura que esa cantidad podría haberse duplicado.


Las empresas que se dedican a reciclar –en Argentina operan cinco- y grupos defensores del medioambiente presionan para que se aplique una ley de reutilización de aparatos electrónicos, ya que si las firmas recicladoras deben recoger los productos, se pierde la ganancia.


Por eso, para que la industria del reciclaje funcione formalmente, los fabricantes deberían ser los encargados de retirar los productos una vez que finaliza su vida útil. Pero, esto encarecería el valor de los objetos electrónicos.


Aunque en Estados Unidos la ley obliga al productor a hacerse cargo de la mercancía caduca.


En 2010, el proyecto de “Ley de Basura Electrónica” recibió media sanción en el Senado  Argentino, pero las organizaciones ecologistas advirtieron que si Diputados no trata este año esa ley, la aprobación de la Cámara Alta prescribirá.


Actualmente, sólo  Costa Rica y Colombia aprobaron decretos que regulan el destino de los residuos electrónicos.


Según Greenpeace, hasta el 90% de un producto electrónico se puede reutilizar, pero en Latinoamérica sólo se recicla un 10% de los desechos.


TRATAMIENTO DE LOS RESIDUOS


Sin dudas, Colombia es el país que más ha invertido en programas de reciclaje. La Fundación Social (FS) es una organización que trabaja a favor de los recicladores informales, que suelen ser identificados de manera prejuiciosa como mendigos o delincuentes.


En Bogotá, los ocho millones de habitantes generan 6 mil 700 toneladas de basura diarias Existen unos 18 mil 500 trabajadores que llegan a reciclar el 25% de los desechos.


Por su lado, Brasil creó por lo menos 12 programas relevantes de separación de materiales en las ciudades de Curitiba, San Pablo, Porto Alegre, Santos, Sao José dos Campos y San Sebastiáo.


Curitiba es considerada la capital ecológica de Brasil y la tercera ciudad más limpia del mundo, de acuerdo con ambientalistas. Allí se desarrolla un plan de urbanismo ecológico con altos niveles de reciclaje.


En México, pese a que no exista un programa de reciclaje formal, la Sociedad Cooperativa de Seleccionadores de Materiales (Socosema), que trabaja en Ciudad Juárez, ha logrado reutilizar las enormes cantidades de residuos que se almacenan en los basurales.


Sin embargo, los rellenos sanitarios están sujetos al clientelismo político y acceder a ellos constituye una verdadera batalla entre pobres.


Si América Latina afrontara con mayor énfasis el tratamiento de la basura, sobre todo la electrónica, contribuiría a limpiar el medioambiente y a evitar que los recicladores informales se enfermen por el manejo de sustancias tóxicas.


Además, se impediría que la minería, principalmente a cielo abierto dejara secuelas imborrables en los sistemas ecológicos de la región, ya que en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú existen fuertes protestas ante las compañías que desarrollan esta industria y que de acuerdo con los ambientalistas lo hacen de manera irresponsable.


Fernando Ortigoza

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